Territorio Lésbico



Diferencias que generan odio.
por Angélica Valderrama Cayuman @angevalderrama



En estos días llegan desde argentina noticias sobre el proceso judicial contra el asesino de Natalia Gaitán, lesbiana de 17 años, hecho ocurrido en Córdoba el 6 de marzo del año recién pasado. Durante el juicio los abogados de Daniel Torres, su asesino, han pretendido instalar una defensa basada en antiguas técnicas heteropatriarcales que consisten en construir a mujeres monstruosas, que atemorizan, que generan miedo en los otros, y que por tanto deben ser excluidas, puestas fuera, eliminadas. Son las mismas estrategias que usa el sistema en el  caso de las mujeres violadas, sea como sea, ellas se lo buscaron. En este caso fue Natalia, una lesbiana masculina, joven, que se dedicaba al servicio social informal, y que era muy popular en su comunidad. ¿Qué puede ser más peligroso? Una chica accediendo a cierta masculinidad, una chica que pedía a sus amistades más cercanas que la nombraran en masculino, usaba el pelo corto y se relacionaba socialmente desde la diferencia. Natalia era una sujeto que al reconocerse distinta no se metía al closet de la heteronorma,  llevaba su vida  de frente, no tenía miedo, o lo enfrentaba, había optado por vivir así.


Hemos visto cómo se aprobó hace un tiempo en Argentina la ley de matrimonio igualitario, un logro para el movimiento de la diversidad sexual, pero se mantienen las voces de la exclusión jerarquizada, capaces de llegar a la eliminación de quienes no solo expresan opciones sexuales diversas sino que representan el quiebre de lo que pensamos como normal. Sin embargo la causal de género no es incluida en la ley antidiscriminación del país vecino, del mismo modo que la excluye el proyecto de ley chileno, dejando la posibilidad de impunidad frente a crímenes de odio por causas de identidad de género.

El sábado pasado en Santiago de Chile, vimos cómo un grupo de personas no solo hacía alarde de sus formas de vivir la sexualidad y las relaciones sociales sino que además promovían como única verdad sus creencias, porque pensar que la familia consiste en papá, mamá , hijos, es parte de sus creencias, un modelo nada más lejano de la realidad chilena. Sus gritos amenazantes solo pretendían imponer sus valores como universales, todo esto en un estado supuestamente laico donde las personas seríamos iguales ante la ley.

Es fundamental en una sociedad que se basa en un Estado de derecho que estos sean para todos. Y los derechos civiles, como el matrimonio, en pleno siglo XXI debería ser un derecho disponibles hace rato, para todo tipo de parejas . Pero¿qué ocurre cuando existen quienes no alcanzan a beneficiarse de dichos derechos? Qué ocurre, como en el caso de Natalia Gaitan, cuando su sola existencia es motivo de la violencia de los poderes de siempre? Qué ocurre cuando asistes a manifestar tu rechazo contra el totalitarismo en una marcha por lo valores de unos pocos y escuchas los gritos de odio hacía las diferencias? ¿Se debe seguir escuchando y viviendo según la imposición de quienes se piensan con todos los derechos?.

Debemos reflexionar y enfrentar a quienes pretenden la inacción de quienes somos cuestionados en cosas tan básicas como nuestros derechos.

¿Qué se viene entonces en la construcción de una sociedad que se transforma  a los sujetos que la componen y sus diversos valores? Ley antidiscriminatoria, pero una real, no cercenada según la conveniencia de quienes ostentan el poder desde la religión, la política tradicional y el orden económico.  No menos, si mucho más.












Esto No es un Ejercicio de Igualdad, Es una Apuesta de Publicidad  
por Jennifer Mella  @Jennifermella


Sobre el Pacto de Unión Civil, ponencia presentada en Seminario "Matrimonio y personas del mismo sexo", actividad organizada por MUMS y Amnistia Internacional. 2006

En Chile la discusión acerca de la posibilidad de uniones de hecho o civiles o matrimonios entre personas del mismo sexo, se han planteado a partir del año 2003, debido a una tendencia internacional que contaba entre las experiencias el PAC francés, la ley de matrimonio de Holanda, la uniones de hecho existentes en algunas provincias españolas, y más cercanamente la unión civil de Buenos Aires, que hizo importar la inquietud por parte de orgánicas homosexuales, y el debate para orgánicas mixtas y lésbicas, para las y los trans, donde su realidad ha sido hasta hoy invisibilizada en cuanto a este y otros problemas.

En esa época, las lesbianas feministas ya planteamos la preocupante preponderancia que se daba a los temas patrimoniales en desmedro del reconocimiento de las relaciones filiales, fuimos criticadas por nuestra falta de accionar práctico, ya que teorizábamos con una realidad que afectaba y discriminaba a muchas mujeres lesbianas que convivían con desigualdades a diario, digamos dentro del marco de parejas, ya que a eso nos referimos. La previsión en el sistema público de salud, la invisibilidad sucesoria, la imposibilidad de acceso a subsidios, y a ello sumado, toda la parte de familia que negaba el acceso a beneficios y consideraciones de pareja a mujeres que convivían juntas. Ahora vemos que algunos de esos cuestionamientos se resuelven mediante un pacto civil, un contrato que sólo- y resalto al igual que las autoridades-, sólo regula aspectos patrimoniales, por lo que desde allí van ya las críticas, pues sólo abre una sección restringida y delimitada a una pequeña esfera.

No es cierto que no hayamos trabajado este tema y que hoy sólo tengamos la posibilidad de presentar una voz disidente. Planteamos nuestra opinión antes y lo hacemos hoy y en ella, van más que críticas, van propuestas que no se restringen a una Unión Civil, planteamos antes la necesidad de una Unión de Hecho; aquella que no admite registro, que no es ante un notario; que no nos autodiscrimina; que nos entregue el reconocimiento que tenemos como familias; no aquella construida y aprendida desde el heteropatriarcado, sino una nueva que no tenga jerarquías, que no normalice la violencia, que no controle y norme nuestros cuerpos, una en donde primero como condición deben estar reconocidos y resguardados nuestros derechos a no ser discriminadas por nuestra opción o preferencia sexual. Donde nosotras como mujeres tengamos el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo sin la intromisión abusiva de dogmas fácticos; donde la violencia hacia la mujer sea realmente reconocida y sancionada como un delito de género; donde el femicidio sea castigado, denunciado y jamás justificado; donde sepamos que quien discrimine tendrá un castigo penal y civil y por sobre todo, que se propenderá a una educación no discriminatoria, donde primero como sujetas de derecho, rescatando nuestra individualidad, seamos respetadas como humanas, sin la necesidad de recurrir a organismos internacionales para que nuestros derechos sean efectivamente reconocidos, donde no tengamos que mentir ante un tribunal supuestamente encargado de velar por nuestros derechos para no perder la tuición de nuestros hijos.

Necesitamos muchas cosas antes de una Unión Civil, pues sin aquel piso mínimo será sólo una bonita ley que servirá para mostrar un país abierto y tolerante, es decir sólo publicidad, y no es lo que necesitamos ni lo que buscamos las orgánicas que pretendemos terminar con la discriminación arbitraria.

No nos basta una Unión Civil que por lo demás consideramos errónea, que se consigue teniendo opción de registrarse si no se va a utilizar, porque como individua(o), te siguen discriminando.

• No se contemplan en este proyecto modificaciones al Código penal en cuanto en el artículo 365 penaliza las relaciones entre personas del mismo sexo. ¿Qué pasará cuando una de ellas sea menor de 18 años?, ¿se podrán unir una persona de 19 y otra de 17 años?, ¿o será el mayor de edad penalizado al unirse? Estas falencias son profundas.

• Existirá un registro en donde el Estado civil podrá ser investigado por el empleador y podrá ser despedida la persona. Será esta ley una letra muerta, ya que no se usará mientras se discrimine por el sólo hecho de ser lesbiana.

• ¿Cómo puede una ley que sólo regula aspectos patrimoniales hablar del hogar común y del cuidado de los hijos, si vemos como la ley y los tribunales hoy indican que puede usarse como causa de perdida del cuidado personal de los hijos la homosexualidad de uno de los padres?. No se contemplan modificaciones a la ley de menores.

• Señala el proyecto en su primer artículo que es un contrato de dos personas independiente de su sexo para organizar su vida en común, y luego de esta definición, decir que regula sólo aspectos patrimoniales, restringiendo la organización de la vida en común a aspectos patrimoniales. Me parece un argumento a lo menos neoliberal, no coincidente con políticas sociales que pretenden rescatar a la persona como tal y no como consumidor.

• Las parejas pobres o a lo menos de clase media baja, entre las cuales de mujeres lesbianas existen muchas, no ganan nada con este PUC, ya que no tienen acceso a puntaje en el subsidio habitacional ni a créditos en donde se consideren como familia y sus rentas se sumen, sólo ganan con la muerte de una de sus partes, ya que le suceden como cónyuge o ante una muerte que sea responsabilidad de un tercero teniendo la legitimación activa para demandar daños patrimoniales y morales.

• ¿Y que pasará frente a la muerte si existen hijos, si no está la posibilidad de co-adopción, pero sí el cuidado de los hijos durante la vigencia del PUC?.

• ¿Cómo queda la ley de violencia intrafamiliar en la cual no se establecen modificaciones, ante maltratos o delitos que ocurran en el marco de una Unión Civil?, tendremos que volver a la época en que la única manera de exigir sanción, era la vía penal.

• Se han establecido los tribunales de familia hace un año que han concentrado y modernizado la justicia en el campo de las disputas y procesos familiares, y los contrayentes del PUC, deberán asistir a un juez de letras, sin tener acceso a esta justicia renovada que tiene nuevos conceptos y herramientas para solucionar los conflictos ocurridos en un hogar.

Por último, quiero señalar que este contrato viene a regular efectos patrimoniales de quienes de alguna manera ya los tienen resueltos o a lo menos tienen esa posibilidad, ya que sociedades para regular los bienes en común existen y se usan. Se ha levantado y promocionado como “todas las parejas todos los derechos” cuando son sólo aquellos con un valor pecuniario, y cuando aún en Chile el eslogan “todas las personas todos los derechos”, no existe y esto viene a retrasar aún más esa posibilidad.

“Aún persiste en Chile una realidad que discrimina arbitrariamente la existencia, el desarrollo, la vecindad de personas con una distinta opción sexual inferiorizando esta realidad otorgándole el rango de “minoría” ya no sólo cuantitativamente, sino categorizando cualitativamente y con ello justificando, validando y defendiendo la negativa de que otros(as) sean familia al igual que ellos. Lo que demuestra que la LESBOFOBIA EXISTE”
















EL RELATO (GAY)

 por Jennifer Mella  @Jennifermella

Harta agua ha corrido y hartos años han pasado, desde que comenzamos a discutir sobre el matrimonio que hoy llaman igualitario. Eran otros los titulares, por lo general, hetero-impuestos. Hasta llegar a la noche de tolerancia cero, al debate aquel, que de manera literaria Pablo Simonetti le contó al país, el “relato gay”.

Relato que por cierto, se agradece, porque él sí puede representar a una comunidad aspiracional; que reniega de la marica y la camiona; y que no esconde su agenda PPD tras una ONG gay.

Siendo una persona absolutamente agradecida y respetuosa del gesto, las palabras y la entereza de Simonetti, ante tanta homofobia y heteronormatividad, (para seguir con sus palabras) quisiera, sin embargo, manifestar algunas inquietudes respecto a este relato gay.

Hoy, en apariencia, podemos imponer una agenda pública, aunque sea de manera dificultosa y fugaz. Y al parecer así se ha hecho, con punta de choros, los comuneros mapuche, la virgen de la JUNJI, hidroaysén, el matrimonio igualitario y Monsanto. Todos lamentablemente por separado.

Y respecto a su fugacidad, o nivel de dificultad o falta de convergencia en un relato común, se podrán dedicar muchos análisis, que espero sean, como lo muestran algunos importantes ensayistas, antesala de grandes cambios de ejes.

Pero, me permito dudar del actual relato gay. Porque en estos años de estar presenciando y participando de varias de estas protestas ciudadanas, me pregunto ¿qué consecuencias directas o indirectas han tenido? Y me refiero a varios ámbitos; consecuencias en los manifestantes, en los espectadores, en la agenda política y en la política pública de nuestro país.

Y si algunas de esas consecuencias han reportado beneficios, reconocimientos o reformas, para los derechos de cada una de las personas afectadas por estos conflictos.

Y no encuentro una respuesta positiva, a la hora de buscar la protección y respeto, solo veo el gran abismo entre querer hacer tanto y lograr tan poco, entre tener ideales y tener un cargo, en esa dicotomía que enfrenta a cada instante, no solo a personas sino que también a nuestros propios constructos sociales.

Y mi respuesta está  en este sistema patriarcal que nos hace trampa a cada instante, que se mofa de nuestros enojos, que incluso se da el descaro de encauzarlos. Finalmente, esa es la molestia, que protestemos según el menú, que por cierto viene horneado desde las altas cúpulas de un sistema piramidal basado en la dicotomización de las ideas, datos y experiencias. Y que se niega, y se negará férreamente, a valorar y respetar la igualdad plena, la dignidad de las personas y su libertad y madurez, como el ingrediente básico de cualquier plato que se quiera servir. Simplemente porque así sobrevive el sistema.

Sin cuestionamientos de ese sistema, y petitorios integrales, este relato, sigue siendo definitivamente gay. Ni lésbico ni trans, ni menos, feminista, por ello no me identifica. Pese a ello, me convoca la exigencia de igualdad y me sumo a declamar: matrimonio igualitario ya!






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